La posibilidad de obtener una vacuna eficaz contra el SARS-CoV-2 está cada vez más próxima si continúa por buen camino, como ha sucedido en las fases de desarrollo preclínico en animales, y en las fases clínicas 1 y 2 de pruebas controladas en humanos. Pero falta mucho trecho por recorrer, no exento de riesgos que podrían hacer que haya sido en vano el esfuerzo realizado y que la vacuna incluso nunca llegue.
Fabricio González, investigador y especialista en medicina interna y en genética médica, resalta el hecho de que nunca se sumaron tantos recursos científicos y económicos con un solo objetivo, como sucede ahora con la intención de obtener una vacuna contra el nuevo coronavirus.
“Jamás la Academia se involucró tanto”.
González cita el ejemplo de lo que sucede con uno de los proyectos más avanzados de vacuna anti covid-19, la del Reino Unido: “tiene a un gobierno apoyando el esfuerzo de una universidad, la de Oxford, junto a la capacidad tecnológica de una multinacional farmacéutica como AstraZéneca, y el apoyo económico de Bill Gates, uno de los hombres más acaudalados del planeta. Algo así no había sucedido nunca”.
González recuerda que la búsqueda de vacunas normalmente estaba a cargo de un investigador y su equipo, generalmente en una universidad, que obtenían un financiamiento limitado.
La vacuna de Oxford entró ya a fase 3, una etapa clínica en la que la vacuna se prueba en humanos de forma extendida –decenas de miles-, y ya no en condiciones controladas, sino en una población general de voluntarios.
Se hace además en países con alta incidencia de covid-19 como Brasil, Sudáfrica y el propio Reino Unido.
Para llegar a esta instancia, la vacuna ha tenido que probar que es segura y ha mostrado también que logra una inmunidad superior al 90%, un resultado fantástico, según González. Hay vacunas como las que se aplican contra la gripe estacional que no llegan al 50%. La infectóloga Paulina Celi recuerda, eso sí, que toda inmunidad lograda por una vacuna, aunque no sea completa, es ganancia para la salud, porque significa lograr un elevado porcentaje de prevención.
Idealmente, una vacuna contra covid-19 debería ser eficaz con una o dos dosis, funcionar en todos los grupos de población y, sobre todo, en personas mayores de 65 años y con enfermedades de base, quienes son los principales grupos de riesgo. Asimismo, debería ofrecer protección durante un periodo prolongado de tiempo e impedir el contagio del virus entre individuos.
Pese a que es la más avanzada, la vacuna de Oxford no tiene todavía estudios que avalen los puntos mencionados.
González recuerda que, por el momento, las comprobaciones se han centrado en la seguridad, es decir, que no haya efectos secundarios importantes más allá de producir dolor de cabeza y algo de fiebre, tratables con paracetamol, como sucede con vacunas para prevenir otras enfermedades. También se ha comprobado que genera respuesta inmunitaria, pero medida solo en sangre.
Los 1077 participantes de la fase 2 no se han expuesto al virus, eran voluntarios sanos de entre 18 y 55 años. “Vimos la respuesta inmunitaria más fuerte en los 10 participantes que recibieron dos dosis de la vacuna, lo que indica que esa podría ser una buena estrategia de vacunación”, explica en un comunicado Andrew Pollard, investigador principal.
La vacuna utiliza un adenovirus de chimpancé, un virus causante del resfriado común en estos primates y que está modificado genéticamente para despojarlo de capacidad infecciosa. Funciona como un caballo de Troya: los científicos le inyectan material genético de una proteína del SARS-CoV-2, lo que genera una respuesta de nuestro sistema inmunitario cuando aparece.
En la revista especializada The Lancet se publicaron también los primeros resultados de un ensayo clínico en China de una vacuna muy similar a la de Oxford, que también emplea un adenovirus, aunque en este caso humano, para colarse en las células y lograr que éstas produzcan una proteína del coronavirus, de manera que instiguen una respuesta del sistema inmunitario.
En el procedimiento chino, el ensayo clínico fue realizado en 500 voluntarios por el estatal Centro para la Prevención y Control de Enfermedades, junto con la compañía privada CanSino Biologics. Los resultados obtenidos son muy similares a los de Oxford y también a los presentados por el laboratorio biotecnológico Moderna, ubicado en Boston (EE.UU.), que desarrolla una vacuna basada en una tecnología de ARN mensajero con el apoyo del Gobierno estadounidense.
El investigador ecuatoriano Fabricio González dice que el escenario actual es distinto al de la búsqueda de otras vacunas, como la de la malaria, que lleva 50 años sin resultados. Para el experto, empezar la fase 3, es decir, una prueba de la vacuna en decenas de miles de personas, luego de seis meses de que la enfermedad fue descubierta, como sucede en Gran Bretaña y China, es algo nunca visto.
Si la vacuna sigue mostrando que genera inmunidad y es segura, ya puede empezarse en la producción masiva. Sin embargo, González alerta que la fase 3 durará todavía entre tres y seis meses. Luego vendrá la fase de producción industrial. Una vez que se tenga la vacuna, hay que construir plantas especializadas. Las compañías farmacéuticas generalmente crean una por continente.
Son sitios de gran inversión de recursos y tecnología que tienen que superar una fase de calibración y estandarización. Una vez que se ponen todos los equipos a punto, se someten a verificación de las autoridades regulatorias y se comienza a producir, con capacidad limitada, según la planta. González alerta que no se va a producir 7 500 millones de dosis de vacuna de un momento a otro.
Luego vendrá la distribución. No se ha determinado aún a quién se la encargará. Y en medio de todo ya hay compras anticipadas. Si hay una vacuna finalmente exitosa, habrá tantos pedidos que los que la produzcan escogerán a quién se la entregan, anuncia González. El salubrista René Saltos recuerde lo que pasó con las mascarillas: Francia veía cómo sus compras en China, ya pagadas, se desvanecían en la pista de los aeropuertos chinos porque aparecían oferentes que ponían más dinero para llevárselas a otro destino justo antes de que despegue el avión cargado con el producto.
El investigador afirma que habrá guerra de vacunas, pero que no será de precios sino de calidad. La que logre mayor porcentaje de inmunidad frente al virus será la más demandada.
La Organización Mundial de la Salud está haciendo una negociación de precios y compras anticipadas de las probables vacunas contra covid-19 para los países pobres.
El Gobierno británico, la Universidad de Oxford y la multinacional farmacéutica AstraZéneca anuncian que, si todo va viento en popa, comenzarían a producir 2 000 millones de dosis de vacuna antes de finales de año. El Reino Unido ya ha encargado 100 millones de dosis.
Y algunos países como Alemania, Italia, Francia, y Estados Unidos han firmado contratos para recibir cientos de millones de vacunas, cuya primera entrega se podría producir como pronto en octubre. Todo esto es demasiada anticipación para Naor Narzeev, investigador de la Escuela de Salud Pública John Hopkins. Alerta que ambos resultados, el chino y el británico, aunque prometedores, son preliminares.
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